Amaneciendo en una panadería

Son las 4 de la mañana, muy temprano y en mi querida Loja, el frio no se hace esperar, pero esto no es impedimento para que Antonio Ramírez empiece sus labores cotidianas, que comprenden la elaboración del delicioso pan lojano, quien quiera conocer el proceso para elaborar pan y su olor cada mañana, que se lo pregunte a él.
Con algo de desgano madrugué ese día y me dirigí a la casa de Toño, no creía que era cierto que desde tan temprano ya empezara a hornear el pan, pero confieso que me intrigaba conocer el proceso y como él se convirtió en panadero. ¡Me equivoqué!, a penas toqué la puerta salió a recibirme y mientras amasaba como todas las madrugadas, desde el 2012, ¡ya son muchas madrugadas!, empezó su historia.
No se notaba cansado, ni con sueño, más bien su rostro mostraba complacencia y amabilidad, no sé si sería por mi compañía, en ese momento, quizá le interesaba la idea que escribiera sobre él o era el placer que siente al hacer la labor q le gusta, dibujo una sonrisa en su rostro.
-Cuando tuve 16 años aprendí a elaborar pan, primero por curiosidad y por ayudarle a mi tío, era él quien tenía una panadería, no imaginé nunca que esto después me serviría como sustento diario. No es fácil y más cuando no se cuenta con un local o espacio apropiado, pues no tengo los recursos económicos para adquirirlo, pero traté de adaptar en este pequeño espacio, una panadería, logrando que sea lo más funcional posible; con todos los implementos y materiales necesarios, con gran cariño y responsabilidad cumplo con mis labores a diario. Es un trabajo digno del que no estoy avergonzado, al contrario, considero que es un oficio exquisito, pues no hay nada mejor que el olor del pan recién salido del horno y a tan tempranas horas.
¿Implica esfuerzo trabajar en una panadería?
Mucho, responde. Sobre todo, si tienes en tus hombros la responsabilidad de sacar adelante tu familia y un niño pequeño que requiere bastante atención; debes ser el sustento para ellos, quien quita y algún día pueda hacer crecer mi negocio y brindar mejores condiciones de vida a mi hijo.
Como no tengo un local para contactarme directamente con el público, distribuyo el pan al por mayor, así que recién salido del horno lo empaco y lo llevo a repartir, no puedo quejarme, me va muy bien en el negocio. -
Cuánta razón tiene Toño, el aroma del pan recién horneado es algo indescriptible, pero ver su entusiasmo me motiva más a escribir estas líneas. ¡Sí, ahora lo comprendo! no hay mejor satisfacción que el cumplir con un trabajo digno. Mientras naufrago en mi mente estos pensamientos, él ingresa la segunda lata al horno, me reincorporo y le pregunto ¿Quisieras dedicarte a otra cosa? ¿Un nuevo oficio?
Él sonríe, pero fue un gesto algo irónico, -Mírame Lina apenas terminé el bachillerato, ¿crees que afuera, en el mundo laboral hay otra oportunidad para mí? Yo creo que aquí estoy bien, hago lo que me gusta, lo que puedo, obtengo ingresos que me permiten subsistir y mantengo a mi hijo feliz, y créeme cuando ya eres padre la desesperación por dar todo lo necesario a tus hijos te invade
No sé si la gente considera algo menos a un panadero, pero esto no me hace sentir mal, todo lo que observas aquí, lo he adquirido con mi trabajo, los panes son una buena compañía cada mañana, pero te confieso que con ellos escuchamos música, pasillos nacionales son sus preferidos, esto para mitigar el silencio de mi hogar y de la ciudad a esas horas. -
Si, si sonrío entre mí y pienso que en verdad disfruta de su oficio, al menos eso se le nota, además no pierde la esperanza de adquirir un local propio e incorporar allí su panadería, su gran panadería, incluso me menciona que ya se imagina a la gente haciendo largas filas todos los días para comprar su pan.
