"Mientras tú duermes, nosotros trabajamos"
- Admin
- 1 may 2014
- 2 Min. de lectura
Son las 2:40 de la mañana, el cielo de la ciudad sigue oscuro y como de costumbre Loja está fría. Las veredas se encuentran vacías de par en par, a excepción de una sombra que se acerca desde lejos. Es Marco, quien camina hacia su trabajo con un rostro donde se delata que su descanso fue interrumpido.
Su expresión cambia cuando ingresa a “la bodega” y por un momento, parece que todo el cansancio de la madrugada se ha desvanecido, como si aquellos vestidores dotaran de energía a todos los que ahí se encuentran. Y es que resulta imposible no soltar una carcajada entre las bromas que van y vienen por parte del personal de higiene del municipio de Loja, sobrenombres graciosos e inclusive un poco de humor negro, llenan el ambiente cuando el reloj marca las 2:55 am.
Luego de ponerse su uniforme y tomar sus implementos de trabajo, Marco comienza su jornada laboral. A las 3:00 inicia su recorrido, su destino varía cada semana, pero siempre se moviliza dentro del casco céntrico de la ciudad.
Esta vez lo acompañamos por la calle Azuay y a partir de este momento se separa de sus compañeros, porque cada uno debe comenzar a barrer sus calles asignadas. Las energías están recargadas, pero el trabajo que implica empujar el recolector y levantar la basura de la calle, comienza a ser notorio con el pasar de las horas. Marco no tiene la misma sonrisa que dentro de “la bodega”, el cansancio es evidente, pero más fuertes son las ganas de culminar a tiempo su trabajo.
Este horario de trabajo no solamente implica ojeras y desvelos, también lleva consigo un mayor número de peligros. Carros a altas velocidades y asaltos, son unos de los tantos peligros que implica el trabajo de barrenderos, sin embargo el riesgo de ser víctima de estas situaciones aumenta en las madrugadas. Marco fue atropellado hace seis meses, y luego de este accidente sufre una lesión en su columna que le impide caminar con normalidad.
La mañana avanza y el cielo se esclarece, son las 5:10 y Marco continúa con su trabajo por la Bernardo Valdivieso, luego de más dos horas recogiendo basura, el recolector se torna pesado y cada vez es más difícil empujarlo. “Hay que barrer bien todas las calles, por la mañana pasa un observador, que informa en la bodega cuando no se hizo bien el trabajo”.
Las horas transcurren y la única motivación que mantiene a marco en pie, es llegar a casa y abrazar a sus dos hijos. A pesar de lo que parece, Marco se encuentra muy a gusto en su trabajo, la estabilidad laboral que les brindan es lo que lo hace perseverar pese a las malas noches.
Entre anécdotas y risas, Loja amanece y sus calles están limpias de nuevo. Marco vuelve a “la bodega” cuando son las 7:15 am, porque su jornada no termina hasta que sus calles designadas estén limpias. Deja sus implementos y el uniforme para caminar de nuevo, pero esta vez hacia su hogar. En el momento en que abre la puerta, sus dos hijos salen a su encuentro para recibirlo con un gran abrazo. De esta manera culmina la jornada de uno de los héroes silencios de nuestra ciudad.
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